martes, 21 de octubre de 2008

Violencia de genero...¿solo un genero la sufre? O...¿sin golpes no es violencia?




Juan Pedro nació en el seno de una familia humilde, trabajadora.
Cuando tuvo edad y después de clase, corría a la tienda familiar o a casa para ayudar.
De más mayor, mientras estudiaba la carrera, daba clases particulares para contribuir en los gastos.
Allí, en la universidad la conoció.
Era la típica niña rica.
Provenía de una familia bien situada y respetada en su ciudad de origen.
No fué un flechazo ni amor a primera vista, pero con su timidez y su carita de niña dulce, le enamoró.
Discretamente, como quien no quiere la cosa, se fué instalando en su vida y en su piso, a la vez que paulatinamente, dejaba de estudiar para dedicarse a la casa y a él...
Con mucho esfuerzo y a pesar de la distracción tan grande que vivir con ella suponía, Juan Pedro sacó su carrera y decidieron casarse.
Sus respectivas familias pensaron que era algo precipitado, pero siguieron adelante con los preparativos.
Una semana antes de la boda, ensisimado en sus pensamientos, llegó a la conclusión de que no quería casarse. Como si le hubiese leído la mente, ella dijo...
- Si me dejarás, me suicidaría...
Se casaron pero no fueron felices.
Juan Pedro pronto se dió cuenta de que no solo se había casado con ella si no con toda la familia.
Durante años ejerció de "hombre para todo" de todos ellos, primero callando por ella y luego por sus dos hijos.
No solo empeñó su relación con sus padres, también su carrera profesional, toda su vida...
Hoy, la vida le pasa factura.
De nada le sirve haber trabajado tanto, dentro y fuera de casa.
En cuanto hay algún tipo de problema, los insultos, las humillaciones y los desprecios le llueven. Y le llueven de parte de su compañera, de quien se supone que solo le deberia llegar amor, ternura, agradecimiento por su entrega y esfuerzo, apoyo moral y fisico ante la crisis, cuidados y ánimos para salir adelante...
- Juani, si hubiese dado con otro...
- Si Juan Pedro, lo sé...
Y le veo marchar a casa...con los hombros hundidos como si cargara un enorme peso, el paso lento y la desgana pintada en todo su cuerpo.
Casi peor le ha ido a Andrés, Policia Nacional que está viviendo como un indigente después de haber perdido todo tras el divorcio y una falsa acusación de maltrato.
Sobrevive gracias a la ayuda que le prestan las vecinas de su entorno a quienes les devuelve los favores llevandolas al trabajo.
Sería muy facil para él probar su inocencia pero, no quiere llevar como testigo al único hijo que quedaba conviviendo en casa, un menor que está deseando salir de allí como el resto de sus hermanas.
Daniel, único varón de una familia venezolana bien acomodada, odontologo, bien reputado en la ciudad por su trabajo, se encuentra en una situación critica.
Se casó en regimen de gananciales y, tras el abandono de su mujer y la posterior demanda de divorcio, ha tenido que malvender todo para darle a ella la mitad( que no ha sido la mitad...) y hacer frente a las pensiones de sus tres hijos más la de ella.
Daniel ha tenido que volver a hipotecarse para poder tener un hogar.
Y siempre va con miedo.
Miedo a contrariarla de alguna manera, porque ella se venga no dejandole ver a los niños.
Miedo a pedir el divorcio que quedó parado al arrepentirse ella( no es lo mismo tener varias tarjetas de creditos para los caprichos que tener que costearselos una misma...).
Miedo a pedir la custodia compartida de los crios...
Vive para los fines de semanas, adorandolos...es cuando se siente vivo con sus tres hijos al lado...




3 comentarios:

L.M.A.G. dijo...

Después de leer esta maravillosa entrada sigo pensando lo mismo, " si los hombres hablaran,las estadísticas del maltrato darían un vuelco" hay demasiados hombres callados aún...

Femmedchocolat dijo...

uf... la verdad es que estamos acostumbrados a ver casos al revés, a que sean las mujeres las que llevan la peor parte. Está muy bien ver que alguien se acuerda, se da cuenta de que ELLOS, no todos, pero algunos, también la sufren.

Y es igual de injusta. Da lo mismo en cualquiers de los lados que estés. Es terrible y muy dolorosa en ambos.

Abriles dijo...

¡Buenos días a las dos!
Por desgracia, he conocido las dos "partes" y me parecen las dos igual de denigrantes. Las dos pueden llevar a otros dos tipos de maltrato: a los niños y a los ancianos. ¿La pescadilla que se muerde la cola? NO a la violencia domestica, ni generos ni leches que todos somos humanos.
¡Hay tanto que hablar del tema...!Quería decir algo sobre la descriminación positiva pero ya sería muy largo, IGUALDAD, en todo.

Besus y besicos, gracias a las dos, a mi mujer de las flores y a la de chocolate...ñam, ñam, ñam... ;-P