Te conocí hace algunos años.
Confieso haber temido tu fuerza, tu vigor, tus ansias de acción...pero aprendí a conocerte, a quererte...
Si, te quise. Te empecé a querer a través de otro amor...
Te quise por el cariño desmedido que le tenías, por la compañia que le proporcionabas, por la libertad...por tu presencia incansable en nocturnos paseos, a la luz de la luna o bajo la lluvia.
Fuiste nuestro complice, testigo mudo de muchos encuentros, excusa de excursiones...
El tiempo pasa para todos y tu infortunada infancia ayudó. Empezaste a envejecer y tu cuerpo a enfermar.
Te convertiste en motivo de desvelos y preocupación...y al final, se tuvo que tomar la más terrible decisión.
Amigo Lobo, te lloré y te añoro, contigo desaparecen momentos irrecuperables y hoy, en este rinconcito mio y con una pena infinita, dejo una pequeña muestra del cariño que te he tenido.
¿Sabes? Soy la primera sorprendida de esta añoranza que siento...