
¡Lástima que se deba mirar y no se pueda tocar...ainsss...!
Tenía siete años. Agarrada a la mano de su madre, corría y corría, sin saber por qué ni hacía dónde.
-¿Qué pasa mamá?¿Dónde vamos?¿Por qué lloras?
-¡Corre, tu...corre!
Un año después, en un país extraño, una habitación en penumbras, una cama desconocida, angustiosos y ahogados jadeos...
Se incorporó en el lecho y solo vió una espalda masculina. Saltó de la cama asustada, sin saber muy bien qué hacer...su madre yacía en el suelo intentando soltarse del cuerpo que la aplastaba, de las manos que le atenazaban la garganta.
Mordió, arañó y gritó llorando, desesperada:
-¡Dejala, sueltala!
No paró hasta que vió a su madre levantarse y recuperar el aliento.
La distancia, el tiempo y la despreocupación infantil, consiguierón borrar aquellas imágenes hasta que...hasta que le tocó el turno a ella.
Le encantaba viajar en tren. Era lento y largo pero nunca se aburría. Sus libros y la imaginación la acompañaban siempre.
Era una tarde-noche del mes de agosto. Los viajeros dormían en el compartimento. Él también. Se alegraba. Sabía, por la expresión de sus ojos, que había bebido demasiado en la última parada. Aprovechó la tranquilidad del momento para salir al solitario pasillo, abrir un poco la ventanilla y recibir en el rostro la brisa nocturna. Se dejó llevar por el traqueteo del tren y cerró un momento los ojos. No percibió la próximidad de otro viajero, que tuvo la misma idea que ella, hasta que una voz airada tronó desde el fondo del compartimento, quitandose ya el cinturón:
-¡Puta...igual que tu madre...provocando...!
Intentando protegerse con las manos, recibió con vergüenza los correazos.
Nadie la defendió, nadie hizo nada... Fué la primera de otras palizas.¿Motivos?¡Siempre había...imaginarios!
Pero, cuando hay una primera vez, también hay una última.¡Y llegó esa vez!
-¿Qué hay de cenar?-preguntó Él.
-No he hecho nada, dijiste que no vendrías.
_¿Qué yo dije eso?Saca el pan.
-Solo queda el de ayer,vino la tía Zutana con los niños y les dí de merendar.
-¿Qué?¿Robándome para darselo a esos malnacidos?¡Ven que te voy a enseñar!
La persiguió por la casa, enarbolando el bastón como arma hasta que, con un cuchillo jamonero, se plantó ante Él y le hizo frente.
Debió ver decisión en su mirada. En la suya, brilló el miedo.
¡Nunca más volvió a repetirse, nunca más le levantó la mano!
Dicen que "la cabra tira p'al monte" y así fué.
Encontró una nueva destinataria de "sus dulces carantoñas".
Tenía apenas dos añitos pero sabía que siempre traía chucherias en los bolsillos. Aún no había aprendido a reconocer en Él los síntomas de la embriaguez ni las consecuencias...
Feliz y risueña, corria hacía Él intentando rebuscar en sus bolsillos.
Él dejaba que se acercara y, cuando la pequeña estaba a su alcance, la pellizcaba. Llorando, se alejaba un poco.
Él, divertido, soltaba una carcajada. Volvía a engatusarla enseñandole un cacahuete, un caramelo, una avellana...Así, una y otra vez... Sin embargo, esta pequeña no estaba sola.
Se oyó un estruendo en la cocina. Ella, salió secándose las manos. Suavemente, apartó a la pequeña y...
-¡No vuelvas a tocar a mi hija!¡Ni se te ocurra ponerle las manos encima otra vez!
Ocurrió lo más feo que puede pasar...que una hija le pegue a su padre.
Se rompieron las cadenas...si se quiere, se puede.
J.M.F
Hice la comunión con siete añitos(¡yo también fuí peque...!).
No se pudo celebrar al mismo tiempo que las de mis compañeros de clase, ya que mis padres estaban en Francia y, hasta el mes de agosto no podían venir.
Recuerdo mis clases de catequesis...ufff...¡como me aburría!
El curso había terminado y sin embargo, durante un mes y medio, tuve que ir cada día a las dichosas clases mientras que mis amigas se divertian.
¡Me "tragué" los dos catecismos!"
-¿Cuál es la señal del cristiano?
-¡La señal del cristiano es la Santa Cruz!
-¿Cuales son los siete pecados capitales?
-¡Los siete pecados capitales son: avaricia, envidia, gula, lujuria..lujuria...ejemmm...!Los siete pecados capitales son: avaricia,envidia, gula, lujuria...lujuria...¡padre, no me sale...y lo tengo en la punta de la lengua, pero no me sale!
-¡Hija mía, pues si no te sale, no podrás hacer la comunión, así que...estudia, estudia más(tirón de coleta,¡si pillara ahora al "padre"!)
"Aysss...¡cuantas siestas perdidas...!Y...¿qué me decís de los ensayos con las "formas" para comulgar?
¡Joder...que miedo tenía de que se me cayeran de la boca!
Además, como me decían que era el cuerpo de Cristo y que no se podía masticar...¡siempre se me quedaban pegadas al cielo de la boca...grrrrr...que tortura!¿No os pasaba a vosotr@s lo mismo?
Mis padres ese año vinieron antes de vacaciones.Empezaron las pruebas para el vestido. Mi madre eligió tafetán bordado blanco, of course!
Pero no se le ocurrió otra cosa que elegir un modelito de "princesa" con mangas abullonadas y...¡largas...en Extremadura en el mes de agosto...metros y metros y más metros de tela para la falda...llevaba tanto vuelo que...parecía una mesa camilla!
Bueno...ejemmm...tengo que reconocer que yo estaba encantada.
¡Y por fin llegó el tan esperado día!
Desde las primeras horas de la mañana se llenó la casa de gente.La fiesta se celebraría en casa(en aquellos tiempos, lo de los restaurantes y salas de fiestas solo eran para las bodas de "media capa o alto copete").
Mis padres habían contratado a varias mujeres para que cocinaran la típica caldereta extremeña.
Mis tías corrian de un lado a otro preparando largas mesas que, poco a poco, se iban llenando de toda clase de entremeses y golosinas.
Los hombres de la familia, mientras, preparaban las bebidas. Como no teníamos nevera, ponían las botellas en unas especies de redes y las metían en el pozo para mantenerlas frescas. También hicieron un gran barreño de sangria...hummm...¡de la buena, con sus tropezones de fruta!
-¡Niiiñosss...fuera de aquí...que vais a caer algo!
¡Los niños estorbabamos en tós laos...bueno...menos yo...!
-Juani preciosa, entra en la habitación que ya ha llegado la peluquera!
¡Mis primos me miraban con caras de asesinos! ;-)
¡Y con la peluquera llegó otro problema!Por entonces, lo que "se llevaba" eran los tirabuzones con el moño...pero...¿de dónde coñe iban a sacar tanto pelo?
¡Os explico!
Tengo cuatro pelos de rata...si me hacian el moño...no salian tirabuzones, todo lo más...¡un gracioso caracol a lo Estrellita Castro!Y, si me hacían los dichosos tirabuzones...¿dónde me colocaban la corona que confirmaba mi posición de "princesa(aunque fuera por un día)"?
Optaron por el moño y por cortarme un flequillo "moniiissimo", bien recto por encima de las cejas...¡"amos"...que ni usando una regla y nivel, les hubiera quedado tan perfecto!
Ya peinada y coronada, me bañaron y vistieron...que si camiseta de "imperio", que si combinación...ahora el can can...las enaguas...y...ufff...¡por fín, el vestido(amén de calcetines, zapatos de charol blanco y los consabidos guantes)!
Me enrrollarón el flamante rosario de plata en una mano y en la otra, el misal con tapas de nacar.
¡No podían faltar la medallita, el reloj, la pulsera y los anillos!
¡Hala, ya estaba lista!
Miradas de admiración y emoción por doquier...otras de envidia(ya sabeis...los primos) y yo allí, plantada como una estaca sin poder moverme...
-"¡No te muevas, que arrugaras el vestido!
-¡Estate quieta que te despeinarás!
-¡Verás tú como al final va a ir hecha un "ecceomo"!"
Ufff...
Una hora, que se me hizo eterna, después, todos guapos y arreglados, nos fuimos para la iglesia.
¡El Lorenzo picaba con una mala milk...!
Antes de entrar, nos hicimos fotos...
-"Juani, ponte aquí con la tita Petra y los primos.
- Ahora otra con el tito Eusebio.
-¡Mira, llega la abuela con la "seña" Damiana!"
Y el Lorenzo,¡dale que te pega!
Ese día, entrar en la semi-penumbra de la iglesia, fué un alivio.
La ceremonia transcurrió bien, sin ningún accidente.
Mis padres comulgarón. ¡Fué la unica vez que les ví hacerlo(él, obligado a confesarse el día anterior, aunque esa misma mañana, se cagó, con perdón, en la "hijadelasetentamilputas" de una botella que no podía descorchar)!
Después, tocó el paseillo por las casas de amigos y vecinos.
¡Qué calor...y los zapatos "mordiendome" los pies!
Cuando quisimos llegar a casa, el vestido lo llevaba arremangado hasta la cintura...¡me picaba todo el cuerpo!
¡Nunca pensé que lo odiaria tanto...anda, que tardé mucho en quitármelo y quedarme en ropa interior!
Aparte de eso, fué un día maravilloso que se alargó hasta altas horas de la noche.
Creo que fué de las pocas veces que nos reunimos todos los primos.
Fotos de estudio en blanco y negro atestiguan de que aquello fué verdad y no un sueño, o...¿fué una pesadilla?